Cuando empezamos a hacer salames, uno de los primeros problemas que suele aparecer —y que nos llena de dudas— es el embarrado. De golpe, la pasta queda pálida, con brillo aceitoso, medio blanda… y el resultado final no es ni por asomo lo que esperábamos. A muchos les pasa, pero pocos saben por qué. En esta nota vamos a meternos de lleno con este defecto: qué es, por qué se produce y cómo podemos evitarlo.


¿Qué es el embarrado?

El embarrado ocurre cuando se rompen demasiadas células grasas (adipocitos) durante el picado, amasado o embutido, provocando que la grasa se desprenda y se mezcle con la carne de forma descontrolada. El resultado es una pasta con aspecto blando, pálido, grasiento y de estructura pobre.


¿Cómo reconocerlo?

  • Color más claro de lo normal, opaco

  • Brillo superficial aceitoso

  • Pasta blanda o poco ligada

  • Textura gomosa o con fusión de grasa visible

  • Salames que secan mal o desparejo

  • Sabor plano o con sensación de grasa en boca


Principales causas del embarrado

  1. Grasa inadecuada
    Usar grasa blanda o de punto de fusión bajo (como grasa de cerdo mal enfriada o de mala calidad) aumenta el riesgo de embarrado.

  2. Temperatura elevada
    Si durante el picado o amasado la masa se calienta demasiado (>4 °C), la grasa empieza a ablandarse y se emulsiona mal.

  3. Equipos calientes o sin mantenimiento
    Máquinas sin refrigeración adecuada, cuchillas desafiladas o palas desgastadas generan fricción y calor que rompen las grasas.

  4. Proceso mecánico excesivo o incorrecto
    Picar varias veces, reciclar pasta de otros embutidos, amasar de más o con equipos en mal estado contribuye al embarrado.


¿Por qué es un problema?

Un embarrado afecta varias cosas:

  • El color: se vuelve más pálido y se pierde el típico rojo de la carne curada.

  • El ligado: al desarmarse la estructura proteica, la pasta no aglutina bien.

  • El secado: es más lento e irregular trayendo como consecuencia no sólo defectos visibles sino también alteraciones que a simple vista no las vemos pero que pueden afectar a la seguridad del producto.

  • El sabor y textura: se siente graso, poco definido y con menos mordida.

En embutidos de calibre grande (tipo salame picado grueso o milán), es especialmente negativo, porque se nota mucho al corte. En calibres chicos o con pimentón, puede disimularse un poco, pero no suele ser algo deseable en productos que se deseen rebanar.


¿Cómo se evita?

  • Usar grasa firme y bien fría (grasa dorsal de cerdo o de panceta con buena consistencia)

  • Enfriar todos los ingredientes y equipos antes de trabajar (carne a 0–2 °C, grasa aún más fría)

  • Picar con cuchillas bien afiladas y sin recircular pastas ya embutidas

  • Amasar sólo lo justo para obtener buena ligadura

  • Evitar temperaturas elevadas durante todo el proceso, nuestro ideal es siempre debajo de los 5°C

  • No usar máquinas sin mantenimiento o con piezas desgastadas.


 

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Por Abel Licciardi – Clambert Ahumados

Fuente: Arnau, J. (2011). Problemas de los embutidos crudos curados. Revista Eurocarne, (194), 50–52.